
Convertir la ternura en impaciencia,
perseguir el amor y las palabras,
sumergirme sin litigio en sonrisas
y el silencio regala su conciencia.
Tener paz, ser consciente sin licencia,
caminar por las tablas del alma, ansias
y escuchar la voz de Dios, son caricias
espirituales, belleza y paciencia.
Sentir esas palabras de mi madre,
sin ruidos, silencio de amor con paz
y gozar su dulzura tierna a solas.
Todo ese silencio vive en mí y abre
esta vida firme, alegre y tenaz,
es poesía dulce, en azul y olas.
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